Poesías, relatos, cine, música... Un remanso en medio de este apocalipsis (grupo EFDLT)

Placer mutuo

Placer mutuo
Moda poética (ediciones limitadas)

lunes, 2 de diciembre de 2013

Lecciones para niños sobre animales: La Hormiga



La hormiga es un animal de la clase de los insectos sociales, se llama así porque llegan a vivir en un mismo hormiguero millones de ellas sin enfadarse, cada una tiene sus deberes y los hacen sin protestar para que la colonia sea cada vez más grande y fuerte, una colonia es como un pueblo para las hormigas, ya que ellas no utilizan perfumes. También son insectos sociales las abejas, las avispas y las termitas. Nosotros también somos animales sociales, sobre todo animales, la mayoría vivimos en grandes ciudades, trabajamos juntos, estudiamos con nuestros compañeros en grandes colegios y, aunque a veces nos matemos, quememos los bosques y ensuciemos el planeta, nos necesitamos para presumir cuando conseguimos tener más dinero que el resto.
Estos insectos habitan por todo el planeta menos en la Antártida y en algunas islas donde hace muchísimo frío. Hay miles de especies diferentes de hormigas, y se cree que existen muchas otras en las selvas tropicales que aún no han sido descubiertas. Algunas especies comen plantas, otras carne e insectos muertos, pero la mayoría son omnívoras como nosotros, eso significa que cuando tenemos hambre somos capaces de comer cualquier cosa,  incluso cucarachas fritas, caracoles babosos, y narices de cerdo.
Las hormigas tienen un cuerpo alargado dividido en tres partes, su cabeza cuenta con unas grandes antenas que le sirven de nariz y para comunicarse con las demás, también tienen grandes mandíbulas para morder con mucha fuerza. Cuentan con seis patas repartidas por todo el cuerpo, en vez de huesos tienen una dura piel exterior que les sirve para sostenerse y protegerse. Pueden levantar hasta diez veces su peso, si nosotros tuviésemos su fuerza podríamos coger en brazos a una vaca o un camello, dos personas podrían levantar un auto en un lugar sin aparcamientos y ponerlo en una estantería  encima de otro.
Algunas hormigas tienen un aguijón, incluso veneno para matar a los animales que quieren comerse. Eso es así porque las hormigas fueron hace mucho tiempo avispas que perdieron sus alas porque les gustaba más la tierra que el aire para vivir. Nosotros fuimos hace miles de años monos que bajamos de los árboles, empezamos a comer carne y a andar a dos patas, terminamos siendo los más listos y los más malos con el resto de animales, plantas, incluso para nosotros mismos.
Las hay que hacen sus hormigueros debajo de la tierra, otras en árboles o casas de madera, también en edificios de ladrillos. En todos los lugares donde pueda llegar una reina y poner sus huevos.
Las hormigas pueden ser obreras o soldados, que son la mayoría y que se encargan de mantener, defender, y traer comida al hormiguero, también cuidan a la reina y a las larvas o crías, son como los trabajadores de nuestras fábricas o nuestros campos pero sin el sueño de poder algún día ser ricos con la lotería. Otras son reinas, las madres de toda la colonia, ponen cientos de huevos sin parar, sólo descansan en invierno. La tercera clase son los machos, que lo único que hacen es meter dentro de la reina las semillas para que ésta fabrique los nuevos huevos para que nazcan miles de hormiguitas más, vuestros papás también son machos y a muchos le gustaría dedicarse también sólo a eso. La reina y los machos son más grandes que las obreras, además, durante unos días le crecen alas para que puedan volar lejos y buscar otras tierras donde vivir y crear nuevas colonias.  


                                                

lunes, 25 de noviembre de 2013

El jardín de las Hespérides


El Jardín de las Hespérides era un huerto que la Diosa Hera tenía en occidente. Hay numerosas hipótesis sobre la ubicación de este vergel pero, a mí, por mi condición de andaluz, me gustaría que ésta fuese la más acertada y aceptada:
Según algunos poetas y geógrafos se situaba en el norte de África, concretamente en Tartessos, lo que hoy conocemos como el Valle del Guadalquivir, en Andalucía. Las Hespérides eran tres ninfas, Hesperatusta, Egle, y Eritia, que cuidaban los manzanos de cuyas ramas brotaban unas manzanas doradas que otorgaban el don de la inmortalidad. Aquellos árboles crecieron de la fruta que la Diosa Gea regaló a Hera con motivo de su casamiento con Zeus  
Como la Diosa Hera no confiaba del todo en las Hespérides, ya que éstas a veces recolectaban las manzanas y cantaban junto a unas fuentes de ambrosía solo para su disfrute, también puso de guardián del jardín a Ladón, un dragón de cien cabezas, cada una de las cabezas hablaba un idioma diferente. Ladón acabaría muerto a manos de Heracles que logró así  llevarse las manzanas en uno de sus doce trabajos.

jueves, 14 de noviembre de 2013

El jardinero de María (IV). La expectativa


¿pensará unos segundos en mí? Seguramente habrá llegado ya a una conclusión, puedo imaginarla entrando en el cuarto de baño y diciéndole al espejo: “Después de todo, el salido del jardinero no parece un mal chico, tiene cierto mérito la forma en que ha salido airoso del trance, no me importaría conversar un rato con él en otras circunstancias, podría ser interesante”.
Me convencí de que debía existir un poderoso e insondable motivo por el cual un desafortunado incidente me había convertido en uno de los seres más afortunados de este tiempo.
Esa tarde llegué a casa pensando que en una semana tendría tiempo suficiente para planear mi próximo encuentro con María. Fuese cual fuese la impresión que le hubiese causado ese día, durante la jornada del martes siguiente tendría que mostrar lo mejor de mí. No sé qué aficiones tiene o qué le interesa pero estoy seguro de que es una apasionada del arte, esa forma serena y contemplativa que tiene de observar a solas es una táctica conquistada de perseguir toda belleza que clama inadvertida. Además está Calaf, un Golden Retriever con nombre de príncipe al que ella adora. Si hay algo en lo que podemos coincidir infinitamente es en Puccini y, sobre todo, en los bichos, mis bichos —siempre he soñado con ser el eslabón perdido que sintonizase con ellos, y poder garantizar su protección en este mundo agónico que sodomizamos, por eso tengo claro que moriré por un exceso de confianza, a manos del instinto o la testosterona—. Sin embargo, quién sabe dónde está la clave que confirma a la persona que deseamos  sin mesura como la idónea en el transcurso de los actos y de los días, que es ella la idea, el cuadro, el espejo donde vernos madurar agradecidos, en vez de languidecer. Realmente, ¿el que busca algo tan especial sabe qué lo define, o qué ha de coincidir?
Siendo optimista diré que no he conocido a muchas parejas que irradien ese grado de comunión, de simbiosis no adulterada por intereses o cobardía.
Pero la mayor virtud del amor es impedirnos que la realidad empañe la ilusión que nuestra necesidad de ser feliz esparce como una droga espiritual por cada sentido...

miércoles, 6 de noviembre de 2013

El jardinero de María (III). Primer encuentro


 
esperando que algo, a mí me gusta imaginar que alguien, como yo, por supuesto, le ayudase a descubrir la belleza que alberga la verdad que aún sobrevive en el mundo—.
Que transcurrieran unos segundos antes de matarme me colmó de esperanza. Eso significaba que había considerado por un instante la posibilidad de que mi alegato fuese cierto, puede que hasta tierno.
—fuera de aquí —me dijo—, hablaré con mi marido para que contrate a otro jardinero lo antes posible—.
Entonces mentí como un bellaco: —No, por favor, no puedo perder este trabajo, le prometo que estaba podando los helechos cuando la vi tan hermosa en el cristal que no pude hacer otra cosa, si usted fuese cualquier otra persona me comprendería. No fue premeditado, perdóneme, le juro que no volverá a ocurrir, por favor, tengo una hipoteca, un perro, un gato, un terrario lleno de reptiles, no querrá usted dejarnos a todos en la calle—.
Me quité la gorra, me la puse en el pecho y miré sumisamente al suelo suplicando su perdón, la oí e inmediatamente y de soslayo la vi darse media vuelta sonriendo para terminar diciendo mientras se alejaba hacia unas escaleras: —bien, me pensaré lo que voy a hacer con usted, ahora váyase—.
—¿Me permite terminar mi jornada aquí? —le pregunté con un tono lastimero— No puedo decirle a mi jefe que me ha echado usted del chalé—.
—Está bien, está bien, —me contestó mientras subía la escaleras prácticamente desnuda, sobradamente perfecta— olvidaremos todo por esta vez, me ha oído, solo por esta vez—
Pasé de un estado apocalíptico donde, desterrado de ella, sólo podía imaginarme holocaustos en cadena, a otro de euforia contenida, además de continuar siendo su jardinero había mantenido una conversación medianamente original con ella. Juraría que cuando se giró dando su veredicto llevaba una sonrisa en los labios provocada por una ingeniosa reflexión mía. Salí al jardín. No sabía muy bien qué hacer. Tenía que seguir trabajando pero no podía poner una sola neurona a disposición de algo que no fuese imaginarla en aquel preciso momento pensando en lo que habíamos protagonizado...

lunes, 28 de octubre de 2013

El jardinero de María (II)


 
 
de tarde en tarde también venía, incluso vivía, su marido. En el mismo chalé, en la misma cama, como un demonio que intentara evitar que la armonía de mi saliva con el aceite de su cuerpo salvase al mundo del holocausto que el hombre había incubado y que estaba a punto de eclosionar.
No hubiese podido soportar el remordimiento de ver a mi amada en una situación embarazosa por haberla espiado tras las ventanas de la casa, pero aquel día estaba especialmente dependiente de su existencia y me convencí de que por ojear un instante por la cristalera del salón no estaría invadiendo apenas su intimidad, teniendo en cuenta que si hubiese querido que nadie la observara no habría hecho de diáfano cristal toda la fachada de la casa. Me quité los auriculares por donde revoloteaba Madama Butterfly de la Callas, me oculté en la parte sombría, entre los grandes árboles y un lateral del chalé, donde los helechos arborescentes crecían con parsimoniosa belleza. Aparté con delicadeza las ramas y ahí estaba ella. Intenté comparar la grandiosidad de aquello pero rápidamente me rendí, ni el Amazonas, ni las Cataratas del Iguazú, ni tan siquiera mi añorado Cráter del Ngorongoro podía causarme tan placentero asombro, ese encuentro con la meta de cada sentido. María se había quitado la camisa, un mini biquini rojo le ocultaba varios centímetros, estaba descalza, mirando al infinito a través del agua de la piscina —por un momento creí que me había descubierto—, con las manos entrelazadas y apoyadas en la nuca. Parecía estar comunicándose con seres superiores.
De pronto giró exactamente los grados justos su cuello, me miró fijamente como si alguien le hubiese advertido de mi encuadre. Abrió la puerta corredera de cristal y me dijo: —¿Está usted espiándome?—
Ya pueden imaginar cómo reaccioné y se equivocarán. Consciente de que no serviría de nada una respuesta convencional ante un ser tan extraordinario, me armé no sé de qué honorable virtud y le contesté: —la verdad es que no, no la estoy espiando, estoy admirándola, intentando descifrar su expresión, su forma de flotar por el aire cuando camina, de recogerse el pelo cuando está mojado, de mirar al infinito como ahora...
 
 

lunes, 14 de octubre de 2013

El jardinero de María (I)


 
Olvidó incluso pestañear en los cinco minutos maravillosos donde María estuvo ligeramente inclinada sobre la piscina limpiando con el recogedor de superficie las hojas, insectos y demás fauna agónica que flotaba a la deriva sobre el agua serena y rea,
como dejándose llevar por una placentera armonía improvisada que él jamás había experimentado. Con una camisa de hombre que costaba más que todo el armario del jardinero y que dejaba entrever la piel más suave y voluptuosa que unas manos podían imaginar a quince metros de distancia. Cuando María dejó de limpiar, más bien de auxiliar a aquellos desahuciados seres, y tomó con reminiscente delicadeza el pomo de la puerta para entrar en el chalé, el tímido espectador decidió respirar de nuevo, tan profusamente que recordó cada una de las células de aquella diosa agasajándole, y el universo dejó de expandirse, incluso se contrajo para imaginarse más cerca de ella.
Ricardo era un biólogo sevillano en paro, llevaba varios veranos trabajando de jardinero en Marbella por recomendación de un amigo de carrera, de la carrera de biología, no la de jardinero, claro, aunque bromeaba diciéndose que, si hubiese adivinado dónde iba a desarrollar sus conocimientos, habría elegido la rama de podánica en vez de la de zoología. Os podéis imaginar la cantidad de cuerpos maravillosos —incluso los que rivalizaban en operaciones con Frankenstein—, rostros celestiales y sonrisas hipnóticas que había visto en aquellas mansiones pero, María era María, su María, la María que redimía los pecados del resto. Todo en ella lo conducía a la antropofagia, a la libación, a todo lo dionisíaco y apolíneo aleándose en un crisol como lava inaudita.
Ricardo continuó arreglando el jardín, era tan grande y frondoso que toda la jornada la pasaba en la órbita de María. Haría lo mismo aunque fuese gratis. Los martes de verano se habían convertido en días mágicos, era como cuidar las flores de un paraíso personalizado, un escenario perfecto para unas circunstancias sin mucho futuro ya que…

 

viernes, 27 de septiembre de 2013

Monólogo: "El Ovni"



Buenas noches, ya estoy aquí, y ahora, que es lo más importante. Sé que habrá sido ardua vuestra espera pero estoy convencido de que ya les está compensando. Además, os puedo asegurar que este monólogo es lo suficientemente ingenioso para que no tengan la sensación de haber perdido el tiempo. Es más, tengan en cuenta que en un futuro no muy lejano podrán presumir ante sus amistades de haberme disfrutado cuando aún no era un mito. Incluso de haberme entendido, lo cual sería imposible si tuviese el ingenio que pretendo aparentar.
Estoy aquí y ahora para contaros una historia real, y no me refiero a la boda del príncipe, sino a una historia que viví no hace mucho tiempo y que ustedes, por supuesto, no creerán. Pero sucedió tal y como vais a oír. Aunque, os recuerdo, antes de que cante el gallo no me creeréis tres veces. Para los urbanitas, un gallo es el macho de la gallina y tiene por costumbre cantar hasta desgañitarse al alba, incluso antes de amanecer si es muy chulo o gallito.

Me encontraba no muy lejos de aquí, en algún lugar cercano a las cascadas del Huesna, en la sierra norte de Sevilla, con unos amigos no muy diferentes a ustedes, excepto en lo de amigos. Cuando de pronto, aunque ya hacía tiempo que esperábamos algo así, descendió ante nosotros: ante nuestros ojos y el resto de nuestros cuerpos, un ovni, alias platillo volante, pero sin forma de platillo y sin volantes. Era un ovni a secas que hacía honor a su nombre, objeto volador nunca imaginado. Era horroroso, la verdad,  sin haber salido de este planeta apostaría todos vuestros ahorros a que no puede haber nada más amorfo y estridente en toda la galaxia. No sé que nos asustó más, si el desconocimiento de las intenciones de una forma de vida inteligente y extraterrestre, o la combinación de rosa fucsia y verde limón fosforescente que lucía la nave en toda su carrocería. El sonido del ovni no era demasiado extraterrestre, más bien parecía el mugido de una vaca galáctica, que es como el de una vaca terrestre, pero totalmente diferente.
Cuando el artefacto psicodélico fosforescente vacuno se encontraba a unos quince metros por encima de nuestras cabezas y algo más del resto de nuestro cuerpos, se detuvo, casi nos asfixia un intenso olor a coliflores proveniente del aire que expulsó la nave para contrarrestar la fuerza de la gravedad terrestre, tantos años luz de distancia, tanto tiempo la humanidad esperando este momento, y hasta ahora sólo hemos admirado una nave amorfa vestida por Ágata Ruiz de la Prada, que muge como una vaca y que huela a coliflores putrefactas. Pero nuestra curiosidad apenas si decayó…

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Lecciones para niños sobre animales: La vaca


La vaca es un animal mamífero, eso significa que las crías nacen de la barriguita de la madre y se alimentan de su leche, igual que vosotros y muchos de nosotros. También son mamíferos los perezosos, las focas y los burros. Si las crías de vaca fuesen igual de listas que ustedes y algunos de nosotros, intentarían permanecer mamando siempre.
Tiene cuatro patas acabadas en dos dedos muy duros llamados pezuña, con ellas puede caminar por todo tipo de terrenos sin hacerse daño, son como vuestros zapatos y como los nuestros, pero sin bonitos e incómodos tacones. Al final de la espalda, un poco más arriba del culete, lleva colgando la cola o rabo, que termina en una escobilla de pelos, la utilizan casi siempre para espantar moscas y todo tipo de insectos. Ni vosotros ni nosotros tenemos rabo para espantar insectos porque usamos las manos para echarles venenos con una pistola de agua.
Su cabeza es grande porque, además de ojos, boca, nariz y orejas, debe sostener dos cuernos que le salen de la frente y que son para defenderse, en algunos tipos de vaca no se ven, pero eso no significa que no los tengan o que no los hayan tenido alguna vez, igual que todos nosotros.
La vaca es herbívora, solo se alimenta de hierba y, aun así, está muy gorda debido a que come mucha y muy despacio, así su gran estómago puede aprovechar todo el alimento, es igual que lo que hacemos nosotros y haréis ustedes en el McDonald´s, pero masticando. Nosotros y vosotros podemos ser herbívoros si lo aguantásemos, pero lo normal es que seamos omnívoros, que quiere decir que comemos de todo, vegetales, pescado y, sobre todo, vacas. Otros animales omnívoros son los cuervos, las ratas, y los cerdos.
Sí, niños, domesticamos las vacas hace muchos años para poder bebernos su leche, comernos su carne, y utilizar su piel para hacer ropa, bolsos y todo tipo de adornitos para el cuerpo. Ahora no podrían vivir en libertad ya que las hemos protegido y alimentado tanto que su cuerpo se ha convertido en algo gordo y torpe, que no recuerda como correr ni defenderse, por eso nos necesitan para sobrevivir hasta que nos las comamos.
Lo único bueno para el resto de los animales es que comiéndonos las vacas no amansamos y matamos a otros que todavía viven libres entre gentes que le echan fotos sin parar. Además, ellas no saben que nos las vamos a comer, y aunque desearan morir, no sería porque supiesen que algún día todos lo haremos.
La vaca es la casa de todos los dioses del hinduismo, que es la religión de muchas personas que viven muy lejos de aquí. Allí la quieren y le rezan como si fuera un angelito del cielo, igual que ustedes y muy pocos de nosotros.
Pero que no os den pena nuestras vacas, gracias a nuestro mal comportamiento, ellas, como ustedes, y todo lo inocente, irán al cielo por una puerta muy grande y bella. Un cielo donde sólo se come estrellas de caramelo, nubes de azúcar, y soles de limón. Amén

                          

                    



lunes, 2 de septiembre de 2013

Idealio


Llega el día donde tu idealio emerge como
un cetáceo, frenético mira hacia atrás,
observa su alrededor, contempla el horizonte.
Cautivo. Desubicado como una cabra montesa
en
el
abismo
de Challenger,
y todo tiene la misma tonalidad panza de burro,
el mismo brillo de espejo oxidado,
la misma textura de hamburguesa, e idéntico olor:
ese aroma a carbono tísico ligeramente alcantarillado.
Y te pregunta: ¿y ahora qué? y, peor aún,
¿Quién coño eres tú?

Déjeme un email en el formulario de la izquierda y recibirá gratis un adelanto de mi próximo libro "El libro de Cuentopoemas"

miércoles, 17 de julio de 2013

Bárcenas o la “Spanish pandereta return”


Lo peor no es confirmar, una vez más y universalmente, la imagen de País de pícaros, mangantes, aprovechalotodos, escurrebultos y abrochacorbatas que ya teníamos.
Lo peor no es que quienes elegimos democráticamente para que rijan nuestro futuro y administren nuestro esfuerzo y confianza, pudiéndose lograr así que los brotes verdes fuesen una plaga en una España próspera y solidaria, sean los anticristos de la diligencia y la honradez.
Lo peor no es que la oposición política se eche las manos a la cabeza y pida la dimisión por las mismas tropelías que ellos cometieron, que no fueron suficientes en aquel momento para forzar dimisión alguna y por las que perdieron las elecciones —qué más nos da si por chorizos o dilapidadores —.
Lo peor no es que todos los días se puedan escribir fácilmente artículos como éste y que los intereses partidistas hagan que el cuarto poder se traicione hasta  no tener más remedio que reconocerlo y airearlo.
Lo peor no es que aceptemos con resignada cotidianidad todas las aberraciones que el gen hispano-pícaro tiene a bien  manifestar en nuestros adalides. 

Lo peor es la cara de gilipollas que se nos queda a los que no tenemos ni tendremos nunca la posibilidad de ser, alguna vez, como ellos.

 

 VOTE A PFE  (Pícaros frustrados de España)

POR UNA CORRUPCIÓN UNIVERSAL,
PRÓSPERA E INEVITABLE

lunes, 1 de julio de 2013

52 POEMAS DE AMOR Y DESASOSIEGO

YA ESTÁ AQUÍ. ¡QUE DIOS OS COJA CONFESADOS!

El amor es el único sinsentido del hombre
que da cierto sentido al resto.

Difundid esto en conmemoración mía o, al
menos, de la vida que aún late maravillosa
alrededor de esta invasiva y caótica cosa
que seamos. (Próximamente a la venta en eBook)

              AVANCE

 


jueves, 20 de junio de 2013

La vida que nunca hemos tenido


 
¿Cuántos de ustedes han barajado seriamente la posibilidad de estar bajo los efectos de una hipnosis colectiva, de formar parte de un experimento como Matrix o Dark City. Quizá seamos los juguetes de aviesos seres keplerianos, o de licenciosos dioses olímpicos. Piensen en ello cuando vayan en el coche, a una hora indecente de la mañana, bostezando, maldiciendo su suerte, camino a un trabajo que los sodomiza. Si es uno de los privilegiados que disfrutan con su vida laboral, piensen en los que mueren en un accidente plagado de fatídicas coincidencias, o afectado por una enfermedad súbita e inmisericorde, o por hambrunas, o por guerras de intereses… Lamentablemente hay tantas posibilidades…

Pueden estar seguros de que hay algo más allá de lo que imaginamos, hasta el punto de que nadie lo reconoce. Somos víctimas del azar más cruel que pueda merodear a una forma de vida. Nuestro cuerpo es incapaz de adaptarse a una inteligencia de doble filo que avanza frenéticamente hacia lo que ojalá supiéramos. ¿Somos Neos de carne y hueso en un estado de semiinconsciencia inducida? Si no puede contestarnos una voluptuosa Tríniti —o Neo según el género del lector— que, al menos, algún piadoso Morfeo nos revele la clave para respetar la vida cuando un niño muere de cáncer. No espero, por supuesto, que todo posea una lógica armónica o bondadosa pero, me gustaría tanto entender, razonar, comprender por qué ha de ser así.

Comencemos una nueva era, escribamos como terapia, como ruego, como exigencia: queremos que nos devuelvan la vida que quizá se nos haya brindado pero que jamás hemos vivido. Sí, esa que todos desaprovechamos pero, ¿a qué, a quién, a quiénes dirigir nuestro ánimo de saber, de asumir, de concebirnos hijos dignos de lo que somos con el resto.

Entre todos hemos de averiguarlo… ¿Tú qué piensas?

 

lunes, 3 de junio de 2013

El futuro después de la clonación humana



Mayo de 2013. Un equipo científico encabezado por el Dr. Shoukhrat Mitalipov obtienen mediante clonación, células madre embrionarias humanas.
Cada día estamos más cerca de convertirnos en Elfos de una tierra media inexplorada e inquietante. Un futuro incierto para nuestros hijos, que han de sobrevivir a unos instintos de predominancia que aún nos condicionan mucho más de lo deseable. Y esperemos que un presente idílico para nuestros nietos, adaptados por fin a este vertiginoso fernesí evolutivo. Cada día estoy más convencido de que el cerebro humano no está preparado genéticamente para ser feliz, simplemente para sobrevivir. Y para tal cometido nos hace estar alerta constantemente, valorando riesgos y oportunidades, una preocupación permanente que no dudo que a nuestros antepasados les ayudara a mantener la tensión necesaria para prevalecer pero que, ahora, nos avoca a la involución: nacionalismos, consumismo, y demas istmos nos mantienen unidos a nuestros orígenes de aulladores arborícolas.
Por el momento, el libre albedrío, la codicia humana, y los avances científicos forman un cóctel demasiado inestable para confiar en que, la humanidad que nos debería definir, se imponga al resto de cualidades. Otorguémonos una vez más el beneficio de la duda. Aún existimos, eso ha de significar algo esperanzador, incluso bello y/o loable. Amén

miércoles, 6 de febrero de 2013

El amor es olvido



Después de todo el amor también es
olvido,
el que nos aísla del resto, y cuando me rozas
tras esa sonrisa perversa ese azaroso mundo
recóndito
vuelve a tener una oportunidad maravillosa para
conformarlo idóneamente todo, aunque sólo sea
por un instante.
Eso o un lugar donde no sea necesario,
sin la incertidumbre que desprende
cada decisión enredada con el resto
y con la del resto.
¿Por qué siempre hemos de elegir entre el caos
de la emotividad y la confortable tibieza de lo monótono?


lunes, 21 de enero de 2013

Las aventuras de Pablo en el faro. Las salamanquesas (IV)



Ahora le tocaba el turno a su vecina, seguía inmóvil como si desde que llegamos sólo se hubiese preocupado por observar todo lo que ocurría. Mi padre se colocó frente a ella pero, en cuanto empezó la maniobra de ascenso de la red, la salamanquesa avanzó un par de metros situándose justo en el lugar donde atrapamos a la otra. Bueno, tener que rectificar la posición no era la primera ni la última vez que nos sucedía. Volvimos a intentarlo y justo cuando el caza reptiles alcanzaba la altura idónea el saurio escaló con solvencia situándose a una altura fuera de las posibilidades de nuestra infraestructura bélica.
—Apunta y dispara —dijo mi padre sin apartar la mirada del réptil como si se tratase de un duelo táctico a la altura de Napoleón—.         
—Está demasiado alta papá, si fallo se asustará y pasará definitivamente al otro lado de la pared —le contesté mientras apuntaba cambiando nervioso de posición buscando el mejor ángulo de tiro—
Mi padre insistió en que reanudase las hostilidades, apreté con tanta fuerza el gatillo que el agua salió del rifle a la velocidad de la luz. El blanco apenas pudo intuirlo y sufrió un impacto tan brutal del líquido elemento bajo sus mandíbulas que volteó todo su cuerpo y lo abandonó a su suerte en el aire. No me pregunten por qué pero todo sucedió a cámara lenta: El lagarto distorsionando su cuerpo en busca de un lugar sólido donde asirse; el agua del disparo cayendo aún impresionada sobre nuestras cabezas; mi padre intentado calcular el lugar exacto donde nuestra víctima caería en la red; la luz de los faroles dotando de una magia casi extinguida a la noche; y yo, extasiado, contemplando la perfección de aquella escena de la que fui desencadenante y a punto de haber sido protagonista.
Pero todo se truncó, teniendo en cuenta sólo nuestras expectativas, cuando un segundo después la salamanquesa tomó un gran impulso con su cola y, como en un milagro bíblico, fue ascendiendo con sus patas por las gotas de agua que caían hasta llegar de nuevo a la pared.


lunes, 7 de enero de 2013

Cambalache


Cambio puesto de trabajo estable
                        por un lugar donde no sea necesario,
                        incluso podría aportar algo más
                        —experiencia, antigüedad…— si
                        fuese tachado de frívolo.

  
Vendo todo lo que posea y carezca
                        de significado cuando me
                        olvidan
                        sus labios, por un precio asequible:
                        quizá por un poco de otro tiempo dulce,
                        o un ahora, al menos, sereno.

  
Regalo decepciones de segunda mano,
                        arraigadas y retorcidas como el fuego
                        que las alea bajo nuestros pasos mezcla
                        de venganza y arrepentimiento,
                        por no poder atenderlos.

  
Comparto al cincuenta por ciento lo
                        bueno que derrocho en este deambular
                        donde me encuentro, y que no tiende a
                        nada meritorio, con alguien que lo tenga claro.
                        Dono a los necesitados lo que he heredado
                        que me hace ver en el esplendor de un instante
                        en sus ojos un todo absoluto y colmado.

  
Se busca ser feliz el máximo de alientos
                        posibles; protagonista como el viento
                        y el agua de cada destino pero, sobre todo,
                        conmover y, sí, conseguir con ello saciar
                        esa gula infranqueable del reconocimiento.

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